En mi infancia era frecuente escuchar a familiares comentarle a mis padres lo poco que estaba creciendo y lo bajita que me estaba quedando, lo cual fue llamando la atención de mi familia y decidimos investigar a que se debía.
Tenía 12 años cuando la única genetista que nos recomendaron estaba en Santiago en la Clínica Las Condes, En ese entonces al igual que en muchos casos alertaba mi estatura para mi edad además del poco desarrollo de caracteres sexuales secundarios, y fui sometida a muchísimos exámenes para ver a que se debía, cuando el cariograma confirmó el Síndrome de Turner vino una nueva oleada de muchos exámenes más para inspeccionar los otros sistemas que podían estar afectados, que por suerte todo estaba controlado.
Dentro de todo lo que me explicaron yo estaba con una mentalidad muy positiva porque físicamente me sentía bien como siempre, pero la doctora con un tono poco adecuado me dice tajantemente que yo nunca podría ser mamá y que nunca iba a poder tener un hijo, en ese entonces tenía la maternidad muy cercana ya que mi hermano menor había nacido cuando yo tenía 10 años, estuve muy involucrada en el embarazo de mi madre, en la crianza y el verlo crecer durante esos dos años. Recuerdo haber quedado un poco helada ante la palabra NUNCA! Después la “eminencia” prosiguió comentándome todas las limitaciones que yo iba a tener, que iba a ser mala en matemáticas, que no iba a desarrollar ese tipo de lógica, que por la edad ya las hormonas del crecimiento no funcionarían y un sinfín de obstáculos a los que creo no atendí más. El resumen de esa visita medica fue esperar ver que pasaba con el periodo menstrual, si llegaba o no.
Recuerdo haber viajado varias veces, íbamos cada 6 meses, mi periodo mentrual llegó a los 2 años después, luego de eso no había mucho que hacer, y las visitas ya eran solo control de talla y peso, sabiendo los costos que involucraba cada viaje, decidimos familiarmente no asistir más. Desde ese momento nunca más recordé al Síndrome en sí, se comunicó a mi profesora en el colegio pero nada más allá. Ese diagnóstico parecía ser erróneo o tan imperceptible para mi que me era muy fácil de olvidar, ya solo lo evidenciaba mi estatura y por lo demás siempre he entendido que todos somos diferentes y podía seguir haciendo mi vida “normal”.
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Felisa
Posted at 21:46h, 27 AgostoLa “chica” más valiente que conozco.