El miedo al dentista es más común de lo que parece. Este temor puede tener diversos orígenes, tales como, malas experiencias previas siendo niño o adulto, el tener conocimiento de una vivencia ajena negativa en el dentista, miedo a que el tratamiento duela, pánico a las agujas o a los sonidos y olores propios de la consulta dental. También influye la postura incómoda y el saber que debes mantener la boca abierta durante un largo periodo de tiempo, lo que sumado a la incertidumbre de no saber qué es lo que te van a hacer, aumenta los niveles de ansiedad con respecto al procedimiento dental, sin olvidar la carga de estrés que genera enfrentarse a saber el costo económico del tratamiento.